-Entonces qué hacéis aquí y a qué venís?- Dijo el señor.
-Usted se llama José -Dijo Lucía.
-Si- respondió.
-Nos puede contar algo sobre su antiguo colegio-Dijo Carmen.
-No y adiós- dijo el señor mientras cerraba la puerta.
Las niñas insistieron tocando el timbre.
Pensaron que como esperaba una pizza, podían hacerse pasar por él, hacer pagar la pizza y más tarde de repartidor poner el pie en la puerta para que no pudiera cerrar y, les contaría todo.
El padre de Julia decidió hacer del hombre (José).
Así que se desaliñó todo lo que pudo y se fue a la puerta del portal.
Al fin apareció el repartidor, se tragó todo.
-El plan va sobre ruedas- Dijo Carmen con una sonrisa de oreja a oreja.
Esta vez el padre de Lucía accedió a hacer de repartidor.
Se fueron al portal.
Antonio, el padre de Lucía, tocó el timbre, no halló respuesta , tocó la puerta con un ritmo raro que oyó por la calle.
La puerta se abrió lentamente , rápidamente Antonio puso el pie sin que José se diera cuenta y en vez de darle la pizza le dijo: Cuéntanos sobre tu antiguo colegio-.
– Estas sólo-.Dijo el hombre.
-Eso es lo que tú te crees –
En un momento Antonio hizo un gesto y todos aparecieron delante de la puerta, el señor perplejo intento cerrar la puerta pero se dio cuenta de que Antonio tenía el pie en la puerta, el señor sabiendo que hasta que les hablara sobre su colegio no le dejarían en paz.
-Adelante- Dijo el hombre cautelosamente.
Todos entraron en la casa, pasaron por un pequeño recibidor con un espejo de madera pintada de blanco, pasaron a lo que parecía ser el salón, el sofá parecía muy viejo y descuidado, también había una mesa de comedor llena de cartón de pizza, envoltorios de comida…
Cuando entraron en el salón José se sentó en el sofá y les ofreció un trozo de pizza caliente, las niñas aceptaron, pero mientras los padres ponían cara de asco.
-Está muy rica- Dijeron Carmen y Lucía a la vez con la boca llena.
-Tenéis razón- Dijo el señor relamiéndose los dedos.
-Bueno vamos al grano- Dijo el Padre de María con cara de envidia.
-Bueno vale- Contestó el señor con tono chinchón.
-En mi colegio yo era el matón, cuando tenía 10 años, un niño vino al colegio, el era mucho más alto y fuerte que yo. Decidí hacerme su amigo pero el…-Dijo el hombre.
-¡Pero él que!-Grito Lucía con intriga.
-Bueno,que me dijo que si no hacía lo que el me decía conseguiría que me expulsasen del colegio,yo creía que era una broma y hice mi vida normal hasta que,empecé a creer que alguien me seguía,cosas así.
Una semana después de que me empezasen a ocurrir estas cosas me mandaron a mi casa con un sobre que no podía abrir,dentro ponía que me tenían que aislar en una casa por que era superdotado-Dijo el hombre con la mirada en un punto de la habitación.
-Mis padres le hicieron caso al director-Dijo el hombre con angustia.
-Lo siento mucho-Dijo Lucía embobada.
-No se puede arreglar-Dijo el hombre tristemente.
-Bueno si le parece bien vendremos a hablar con usted- dijo Carmen
-A mi me parece genial aparte del repartidor solo os conozco a vosotros.-Dijo el hombre.
-Bueno adiós-dijo Lucía.
-Adiós- dijo el hombre.
Las chicas se dirigieron a la puerta muy contentas por la información que habían conseguido.
Cada un ase fue a su casa y quedaron en ir al colegio al día siguiente a mediodía.
Al mediodía estaban las 4 con sus padres en frente del colegio,aquel día era triste , las nubes custodiaban el cielo,hacía mucho frío y Julia ya se quería ir a su casa.
-Va a llover es mejor que volvamos a casa.-Dijo María.
-Es verdad.-Asintió Julia.
-Me da que vamos a entrar si o si por que mira la cara de Lucía y Carmen.-Dijo el padre de Julia.
Entraron las chicas y más tarde los padres (cada uno se fue donde la última vez).
Julia y su padre entraron en el vestuario esta vez sin miedo, pero precavidos.
Julia se escondía detrás de su padre,su padre se hacía el fuerte.
Ahora vamos con Lucía y su padre que tenían que ir al polideportivo, la última vez que fueron se encontraron el expediente del niño (señor).Antes de entrar al polideportivo se repartieron el trabajo Antonio iría a los vestuarios y al almacén, Lucía iría al despacho y a las gradas.Antonio encendió las luces y el polideportivo no daba tanto miedo.
En los vestuarios no había nada fuera de lo normal